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12.6.08

La venganza

Como suele ocurrir con otras manifestaciones del arte, la Oleada de Sensiblería Masculina se vulgarizó, los textos sensibles fueron de a poco perdiendo su esencia y también calidad, y empezaron a circular escritos de tan bajo talante que bien podrían calificarse de ramplones y groseros.
La voz de alerta la dio la licenciada en Psicología Josefina Alvarado, que se presentó un día en la sede de la Asociación Caminos Escabrosos con una pila de opúsculos dedicados a ella, para denunciar el nuevo fenómeno.
La autora de Por qué decidí convivir con un pelafustán ya había advertido sobre los riesgos de la Oleada de Sensiblería Masculina en las Jornadas Anuales de Debate sobre Género “La integración de la mujer en los ámbitos de decisión de la sociedad actual. Nuevos paradigmas y desafíos en la actividad docente”, organizadas por la Nueva Asociación Feminista “Juana Hidalgo”, donde disertó sobre el tema “La maestra, ¿sigue siendo la segunda mamá?”.
La mayoría de los textos que Alvarado presentó como prueba contenía invitaciones a dar rienda suelta al deseo sexual, formuladas con un lenguaje guarango, repulsivo y hasta amenazador. Se transcribe aquí uno de ellos, aunque, por respeto a la licenciada, algunas palabras, las más indecorosas, fueron reemplazadas (son las que se destacan):
“Un atroz deseo de hacerle el amor me embarga cada vez que la veo. La imagino desnuda frente a mí, dispuesta a consumar conmigo el acto venéreo. No quiero asustarla, pero le advierto que, si la encuentro en la calle, no podré controlarme. Y, entonces, usted sabrá cuánto la amo”.
Textos de este tipo fueron dedicados no sólo a las mujeres dignas de amar, sino también a las demás, pero ni la Asociación Caminos Escabrosos ni Santiago Morante nada pudieron hacer al respecto.
Alarmadas ante la posibilidad de toparse con psicópatas, las mujeres prefirieron desalentar la Oleada de Sensiblería Masculina y refugiarse en la inocencia y candor comprobados del piropo. Algunas volvieron con sus antiguos amantes y otras, antes de consumar una relación amorosa, se aseguraban de que sus hombres se manifestaran como abiertos detractores de Santiago Morante.

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