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22.5.08

La emulación

Una oleada de sensiblería provocó la publicación del opúsculo que el periodista Santiago Morante había dedicado a la mujer a la que nunca le confesó su amor. Muchas mujeres empezaron a reclamarles a sus amantes que les dedicaran escritos de ese tipo, como una forma de perpetuar su amor por ellas en unas pocas páginas.
Ante esa singular demanda, muchos hombres escribieron opúsculos como el de Morante para satisfacer a sus enamoradas o para conquistar a las chicas de sus desvelos, aunque también algunos, presas del resentimiento, lo hicieron para reprochar esa displicencia propia del amor no correspondido. Así, a poco de la publicación del opúsculo de Morante, ya circulaban tantos escritos como mujeres dignas de amar había.
La profusa producción de textos sensibles, conocida como Oleada de Sensiblería Masculina, alarmó al escritor Felipe Varela y a sus seguidores. Pensar no es sexy, la obra que consagró al epítome del pelafustán, descendió en ventas y en las librerías había una gran demanda de títulos como Compendio de palabras dulces, Catálogo de humillaciones de un enamorado, Breviario de un amor porfiado, Me envilecí para poder amarte, Por tu culpa conocí el Infierno y Me cansé de andar detrás de ti.
Cada uno de ellos estaba dedicado a una mujer, cuyas iniciales figuraban en la primera página, tal como en el opúsculo de Morante. Aunque se dio el caso de que al menos diez trabajos tenían en sus dedicatorias las mismas iniciales. Si bien pudo tratarse solamente de una coincidencia de letras, el asunto inquietó a sus autores.
La Oleada de Sensiblería Masculina provocó otras situaciones insólitas y dramáticas. Algunas mujeres abandonaron a sus amantes sólo porque sus escritos no estaban a la altura de sus expectativas y se mostraban dispuestas a entregarse a hombres con más talento en el arte de escribir.
A causa de esto, no fueron pocos los que se inscribieron en el curso acelerado de Redacción de Misivas que se dictaba en la Academia de Artes Pedantes, con el fin de adquirir en un santiamén las competencias básicas para redactar un texto. El curso incluía nociones elementales de ortografía y gramática, pero los que lo aprobaban egresaban de la academia con la convicción de que nada tenían que envidiar a Gabriel García Márquez. Ése era, después de todo, el objetivo de la institución: fomentar la ínfula. Así, los egresados del curso de taxidermia se sentían avezados cirujanos y los del de albañilería, distinguidos ingenieros.
Los poetas del grupo literario La Vida es una Herida Absurda, en cambio, recibieron todo tipo de propuestas amorosas sólo por su mal ganada fama de eximios literatos. El escritor Germán Serantes, por ejemplo, se consagró con sus Poemas escritos debajo de la cama, después de haber amado en secreto a la novia de otro de los miembros del grupo literario, aquellos viernes en que no asistió a las reuniones en el café Las Puertas del Averno porque debía cuidar a su pobre madre enferma.
En un intento desesperado por contrarrestar la incontrolable Oleada de Sensiblería Masculina, Felipe Varela llamó a un boicot contra los textos sensibles y reeditó su ya olvidado Manual del perfecto casanova, donde revela, en diez capítulos, cómo conquistar a una mujer con estrategias rayanas en la procacidad. Sin embargo, a poco de ser relanzado, el Manual... fue retirado de los mostradores de las librerías.
Los miembros de la Asociación Caminos Escabrosos sintieron que, por fin, su prédica había calado hondo en los corazones y en las mentes de los hombres. Su encarnizada lucha contra los pelafustanes había llegado a su punto culminante.

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